Memorias de Joseph Grimaldi by Charles Dickens

Memorias de Joseph Grimaldi by Charles Dickens

autor:Charles Dickens
La lengua: spa
Format: epub
editor: Editorial Páginas de Espuma
publicado: 2018-04-02T00:00:00+00:00


2. El teatro Surrey nació en 1782 y su primera función fue la de ser el Royal Circus y la Equestrian Philharmonic Academy.

3. Histórico pub de la ciudad de Londres, cuyo nombre rendía tributo al actor David Garrick. Desde 1791 fue regenteado por William Spencer, un célebre arlequín del Drury Lane.

Capítulo IX

En enero de 1805 se montó en el Drury una pésima farsa titulada Harlequin’s Fireside. La obra, pese a que los actores tenían dudas sobre su calidad, estuvo en cartel hasta la Pascua siguiente y fue acogida, para sorpresa de Joe, con considerables aplausos. El señor Dibdin, a quien Grimaldi confesó su desconcierto, reconoció la mediocridad de la obra y dejó caer que tan solo el talento de los actores había propiciado el éxito. Grimaldi cree que Dibdin fue muy gentil al decir eso, pero piensa que estaba en lo cierto. Y no parece improbable porque lo mismo suele ocurrir hoy en día.

El Sadler’s Wells reabrió, como de costumbre, en la Pascua de 1805; se contrató de nuevo a Grimaldi y Bologna y la temporada fue muy exitosa. Después de que Harlequin’s Fireside (La chimenea de Arlequín) dejara de representarse, Joe no volvió a actuar más que media docena de veces en el Drury Lane durante esa temporada. La sala cerró en junio y reabrió el 21 de septiembre con Otello y Lodoiska. En esta última pieza no solo aparecía Grimaldi, sino también su mujer y su madre. Fue entonces cuando Joe mantuvo una charla con el director de los actores (Wroughton), la cual, si bien resultó al principio agradable y provechosa, fue la causa de que en menos de seis semanas abandonara ese teatro donde había actuado veinticuatro años ininterrumpidos.

El director del Drury Lane había decidido montar una comedia de Tobin 1, The Honey Moon (La luna de miel), para la segunda función de cada noche, pero se percató muy tarde, cuando no quedaba tiempo para modificaciones, de que como nadie había reemplazado al director del ballet, el señor Byrne, no había quien pudiera hacerse cargo de la coreografía. Para salir del paso pensó en Grimaldi, quien estaba acostumbrado a coordinar las danzas en el Sadler’s Wells. Le dijo que se hallaba en medio de un problema inesperado y que sin su colaboración tendría que cambiar de obra, algo que evitaba hacer por todos los medios. Le ofreció dos libras adicionales por semana a cambio de la coreografía y de su ayuda con otras pequeñas danzas, en el caso de ser necesario. Grimaldi aceptó al instante, siempre que el aumento rigiera hasta fin de año y no hasta que se contratara al nuevo responsable del ballet. El señor Wroughton repuso que eso le parecía justo y mandó contratar a cuantos bailarines quisiera Joe.

Grimaldi asumió de inmediato estas funciones, ideó la coreografía en un noche, convocó a un ensayo para el día siguiente a la diez de la mañana, trabajó con ardor hasta obtener poco antes del mediodía un óptimo resultado, volvió a ensayar por la tarde y tuvo esa misma noche la alegría de oír una ovación.



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